Tenemos dos lados diferenciados en nuestra personalidad, el Niño y el Adulto. Cuando están bien conectados todo funciona bien, si no es así porque las experiencias, las heridas han hecho que se desconecten una de la otra y se crean conflictos, vacíos, etc.
Nuestro niño tiene unas emociones completas, intensas, de alegría, de felicidad, de tristeza. Es nuestro hemisferio derecho, el sentir, el vivenciar y nuestro hemisferio izquierdo es el adulto que hace, piensa, actúa.
Cuando de niños se vive abandono, maltrato, vergüenza, etc. el dolor es tan grande, tan insoportable que el ADULTO INTERIOR se desconecta del NIÑO INTERIOR para no sufrir. Así el niño interior se encuentra solo, aislado del mundo y en nuestro interior, puesto que no hay nadie que lo proteja.
Al crecer y desarrollarse si el Niño Interior se siente criticado, descuidado por el Adulto Interior y se proyecta así en los sentimientos de los demás, sintiendo que los demás son controladores, lo critican o abandonan, sea o no cierto.
Cuando somos adultos sentimos ira y rechazo hacia los demás, pero también hacia nosotros mismos y reaccionamos con rabia, violencia o con silencio.
El perfeccionismo, el miedo y demás son síntomas de la DESCONEXIÓN ADULTO-NIÑO y como víctima también puede hacerse adicto a sustancias o a cosas, porque necesita amor protección, aprobación y se siente merecedor de ello.
Lo que hace que la acumulación de las experiencias del niño, es que podamos SENTIR y cuando no podemos hacerlo no podemos usar la sabiduría.
Sin embargo el niño amado, hace que este conectado a su ADULTO INTERIOR y es sensible, alegre, amoroso.
El trabajo con el Niño Interior es quizás uno de los más profundos y sanadores.
Según Louise Hay y muchos terapeutas, casi todas nuestras creencias y patrones de comportamiento, tanto negativos como positivos, los aceptamos cuando teníamos entre 3 y 5 años. A partir de entonces, nuestras experiencias se han basado en lo que aceptamos como verdad desde aquella época de nuestra vida.
Si hemos crecido en un hogar "disfuncional", donde nos criticaban constantemente, nos exigían perfección, donde existía falta de amor y de cariño, lo más seguro es que actualmente continuemos tratándonos del mismo modo, minando así nuestra autoestima y energía.
Imagínense a un niño pequeño que llega a su casa orgulloso del dibujo que ha realizado en la guardería y se lo enseña a sus padres. En el primer caso, los padres le felicitan y le dicen que es un niño muy listo, creativo, habilidoso, etc... En el segundo caso, los padres le dicen que está fatal, que es torpe, que no sabe dibujar y que se sale de las líneas.
Obviamente, en una familia donde al niño se le aprecia, estimula a crecer, a aprender y se le da muestras de amor, el niño florecerá. Sin embargo a un niño que se le critica constantemente, se le retira el afecto si no lo hace todo bien, etc... el pobre niño se retrae y deja de intentar aprender, crecer, o se vuelve un perfeccionista, sufriendo constantemente porque nunca estará satisfecho con los resultados.
Ahora bien, lo que nos hicieron en el pasado no lo podemos controlar. Lo que sí podemos hacer es tomar nuestro poder aquí y ahora y dejar de tratar a nuestro niño como nos trataron a nosotros. Entonces no teníamos elección, ahora sí.
El momento de poder es siempre el presente, y es muy triste y doloroso si continuamos criticándonos y maltratándonos. Así no hay forma de crecer, de amar, de ser los seres maravillosos que somos y DEJAR BRILLAR NUESTRA LUZ.
Volver a establecer una relación con nuestro niño desde el amor y la comprensión es la mejor forma de sanar nuestra dañada autoestima. Es la única manera de realizar cambios positivos en nuestra vida: establecer relaciones sanas, cuidar nuestro cuerpo, trabajar en algo que nos gusta, ser prósperos, amar incondicionalmente y llegar a sentirnos plenos y feliz.
Cuando cambiamos desde el AMOR todo nos sale bien.
Nuestro niño interior tal vez quiere despertar y volver a reír y a soñar como lo hacia en otros tiempos. Ese niño que de pronto jugaba, compartía, sonreía, y no sabia del dolor, de las heridas, que día a día gastaba toda su energía sin pensar en el futuro ya que no conocía esa palabra, ni podía imaginar a qué se refería cuando algún adulto la pronunciaba.
Ese niño que vive en ti, que vive en mi, que de pronto se quedó dormido porque sintió que no valía la pena estar despierto preso de cosas que desconoce como son las preocupaciones, los problemas laborales, la falta de dinero, las injusticias, el engaño, y todo aquello que te cansa y que también a él lo llenó de cansancio porque lo dejaste de lado, medio olvidado o totalmente o solo lo recuerdas cuando regresas con tus pensamientos a aquellos momentos en que consideras que fuiste feliz, muy feliz...
Tenemos que despertar a ese niño, necesita estar despierto y volver a reír, porque si él no ríe nosotros tampoco, si él no es feliz nosotros tampoco.
Este blog está dedicado al desarrollo armonioso, es una guia practica, para caminar hacia la luz, el amor, la expansión del ser, ya que somos un milagro de la creación
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