La física avanza en dirección a la idea de que solo hay una sustancia prima, que concentrándose de varios modos de origen a todos los elementos y cuerpos. Podemos considerar también que la materia es sustancia prima atrapada y la energía es sustancia libre.
Había una nube que viajaba por el cielo, conocía los valles, las montañas y los mares desde todos los lugares que el cielo le ofrecía. Danzaba al ritmo de los vientos, viendo la tierra desde lo alto, contemplando los atardeceres y amaneceres desde perspectivas privilegiadas y únicas, sentía toda la libertad que su forma ligera le permitía.
Un día se junta con otras nubes y se oscurece. Llueve, la nube se condensa y va aparar a un lago, donde se vuelve estática y densa. Pierde su individualidad pues se funde con otras nubes condensadas en un lago.
Ya solo pude tener conciencia del agua del lago y de los árboles que lo rodean y se reflejan en ella.
En ocasiones recibe la imagen de las nubes que pasan por el cielo y le recuerdan que antes fue ella misma y podía ver con perspectiva. Le queda la esperanza de que un día no lejano, el fuego arrebatador del sol, la eleve otra vez al cielo, donde volverá a ser libre, a dialogar con los mares, las montañas y los valles.
Así como en esta perfecta referencia, sucede con nuestra consciencia; cuando está comprimida se materializa. El individuo solo tiene percepción de su forma material y de que pertenece a una sociedad.
Cuando la consciencia se expande, la materia se transmuta en energía, y ésta abarca muchos más aspectos de la realidad.
Es el estado de Gracia o Iluminación.
(Aura y Ciencia, Fernando Sanchez Quintana)
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