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SISTEMA DE REIKI USUI, CRISTALOTERAPIA, AROMATERAPIA, ARMONIA BIOENERGÉTICA, FLORES DE BACH, MASAJE METAMORFICO, MASAJE AYURVÉDICO, MOXIBUSTIÓN Y TERAPIA CRANEO-SACRAL.

SÉ TAN FELIZ QUE TU MÚSICA INTERIOR, HAGA VIBRAR AL UNIVERSO

lunes, 30 de diciembre de 2013

FELIZ Y MÁGICO 2014

Hay un dicho que dice “cada vez que un hombre ríe añade un par de días a su vida”. Para que hagamos de este año, un año con mucho más de 365 días. 



                                                                                    

miércoles, 18 de diciembre de 2013

FELICES FIESTAS......BENDICIONES

Navidad es una palabra que viene del término Natividad, del latín Nativitas, que quiere decir nacimiento, en este caso, tradicionalmente se refiere a un nacimiento que es un acontecimiento muy especial y grandioso, un nacimiento que eleva espiritualmente a toda la humanidad, el nacimiento de Jesús.
Ahora bien, en esta era de Acuario la Navidad también se refiere a nuestro nacimiento del cristo interno, es decir, que es el momento de nacer a otros planos, el emocional, el mental y el espiritual……para que nazcan nuestros estados superiores que todos poseemos, tales como, el bien, la alegría, la veracidad, el trabajo fructífero, el perdón y la fraternidad.


 “Al Espíritu de Navidad se le puede considerar como un Egrégor que se formó en el instante del nacimiento de Jesús. Es una creación de la mente humana. La escritora y metafísica Conny Méndez, en su libro “Un Tesoro Más Para Ti”, dice textualmente: “El Espíritu de Navidad, esa actitud dadivosa que se despierta en los días de Pascua, es un Espíritu femenino que tiene más de dos mil años. Se formó con el Egrégor que surgió con el nacimiento del NIÑO 
JESÚS."
Los Egrégores son creaciones humanas que están en el plano astral o en el emocional. Son seres artificiales que dependen del pensamiento o sentimiento d su creador para mantenerse con vida. Hay Egrégores personales, grupales, colectivos, nacionales y mundiales, como el Espíritu de Navidad. Se mantiene con el calor y el amor que le brinda la humanidad, con sus pensamientos y deseos.”
Lo realmente importante es hablar de los dones que trae y como nos preparamos para recibirlo, el se hará realmente presente si tenemos disposición al cambio hacia lo superior en nosotros, pues es a través de nosotros mismos que el se manifiesta, visto así, el Espíritu de Navidad son ustedes, soy yo, somos todos los que llevemos a la práctica todos nuestros pensamientos positivos.
TEXTO EXTRAIDO DE LA WEB


jueves, 12 de diciembre de 2013

CAPITULO 6 "EL AMOR" METAFÍSICA 4 EN 1


Sólo te falta este capítulo para terminar de conocer el Primer Principio de la Creación: El Principio de Mentalismo cuyo lema es “TODO ES MENTE”.
Jesucristo dijo “SOIS DIOSES” (Evangelio de San Juan, cap. 10-34). Así como la Creación, toda ella, fue un pensamiento manifestado, así el hombre, que es un dios en potencia, crea con el pensamiento todo lo que él ve manifestado a igualdad y semejanza de su Creador. Esto ya lo aprendiste. También has aprendido la mecánica de esta creación mental; el carácter, (positivo o negativo) de lo creado; la fuerza (fe o temor), que determina el carácter; la manera de cambiar el aspecto exterior de lo que hayas creado negando y afirmando); el poder de la palabra; que es el pensamiento hablado y que por lo tanto confirma las órdenes que has dado con tus pensamientos; y finalmente la fómula infalible para crear, manifestar y obtener lo mejor, lo más alto, lo perfecto: “Conociendo la Verdad”, en acatamiento a la ordenanza del Maestro Jesús. Sabes que esta Verdad es que fuimos creados perfectos por un Creador perfecto, con la esencia perfecta de Él mismo, con libre albedrío para crear de manera positiva o negativa; por lo tanto el “mal” no es una creación de Dios. No tiene ningún poder frente a la Verdad. Que desaparece al sustituir el pensamiento, y la palabra positiva. Jesús dijo: “no resistáis al mal” (San Mateo, 5-39) o sea, que domináramos el mal con el bien.
La Verdad única es el Bien.
DE AHORA EN ADELANTE NO PODRÁS JAMÁS VOLVER A CULPAR A NADIE DE LO QUE TE OCURRA. TENDRÁS QUE MIRARTE FRENTE A FRENTE Y PREGUNTARTE “¿CÓMO FUE MI CLIMA MENTAL EN ESTA CIRCUNSTANCIA? ¿FUE POSITIVO O NEGATIVO? ¿HE SENTIDO FE O TEMOR? ¿QUÉ ESPECIE DE DECRETOS HE LANZADO CON MIS PALABRAS?” “POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS”. TENDRÁS QUE SINCERARTE Y CONTESTAR LA VERDAD. ¿TE COMPLACE LO QUE ESTÁS VIENDO ¿O DESAGRADA? TÚ DIRÁS.
Ahora, en metafísica cristiana decimos que Dios tiene siete aspectos: Amor, Verdad, Vida, Inteligencia, Alma, Espíritu y Principio. Como ves, todos estos aspectos son estados invisibles. Mentales, pues. No los podemos ver ni tocar. Sentimos y apreciamos sus efectos. Existen, actúan, son reales, son cosas y ninguno se puede negar. Amor se le llama al carácter de Dios, el primer aspecto de Dios, la fuerza más potente de todas las fuerzas y la más sensible. Pocas personas saben lo que es realmente el amor. La mayoría cree que es aquello que se siente hacia los padres, los hijos, los esposos, los enamorados, etc. Afecto, cariño, atracción, antipatía y odio son todos diferentes grados de una misma cosa: sensación. El amor es muy complejo y no se puede definir con una sola palabra, pero ya que en nuestro planeta se entiende por amor la sensación, y aunque ésta no es sino, como quien dice, el bordecito exterior del amor, tratemos de acercar la sensación lo más que se pueda al amor, para comenzar a comprenderlo. El punto central en la escala que va desde el odio hasta el sentimiento que aquí llamamos “amor”, es la tolerancia y la buena voluntad.
Parece una contradicción, pero cuando se “ama” mucho, mucho o demasiado, faltan tolerancia y buena voluntad. Cuando se odia, faltan la tolerancia y la buena voluntad. O sea, que tanto el excesivo amor como el excesivo desamor son la negación de la tolerancia y la buena voluntad. Jesús dijo “Paz a los hombres de buena voluntad”. Lo cual implica que lo que pase de allí no trae paz. La paz está en el centro, el perfecto equilibrio, ni de más ni de menos, en todo. Todos los excesos, aún el exceso de Bien (exceso de dinero, de amor, de caridad, de oración, de sacrificio, etc.) desequilibran el peso de la balanza; llevan más hacia uno de los lados, y quitan la paz.
Cuando Génesis dice: “de todos los frutos del paraíso podéis comer, salvo del fruto del árbol de la ciencia del Bien y del Mal” se refiere a eso precisamente. El tronco de árbol simboliza el centro, el equilibrio. Las ramas parten de ese centro, desprendiéndose hacia todos lados produciendo “frutos”. Algunos se manifiestan buenos, otros malos. Simbolizan los extremos. Verás pues que “el fruto prohibido” que tanta tribulación ha causado en el mundo no es otra cosa que los extremos. El exceso en todos los aspectos, pues dios, que todo lo creó, declaró toda su obra “buena” (léelo en Génesis) y sólo menciona la palabra “Mal” con respecto al exceso.
Un paréntesis para recomendarte que leas y medites el capítulo de Eclesiastés que comienza: “todo tiene su tiempo...” (La Biblia). [Transcripto a continuación]:
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo
de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?
Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.
Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.
He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.
Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó”.
Volvamos al Amor. Aquellas madres que dicen amar tanto a sus hijos que no les permiten separerse del nido, ni casarse, ni actuar independientemente de ellas cuando ya son hombres y mujeres mayores de edad, no aman. Son egoístas y lo que sienten es deseo de posesión. Aquellas novias y esposas que sufren torturas de celos, igualmente. Esos tipos de “amor” no son otra cosa que exceso de sentimiento. Sobrepasan la medida y por lo tanto se van muy lejos de la tolerancia y la buena voluntad.
Por lo general, el exceso de sentimiento prueba que hay falta de desarrollo de la inteligencia. Esto sin duda causará indignación en aquellas personas que se llenan la boca diciéndose “muy sentimentales”. A nadie le agrada que otro le descubra su falta de inteligencia, pero pueden comprobarlo. El exceso de emotividad, como todo exceso, es “malo”. Es prueba de que falta lo que le haga contrapeso. El exceso de calor, por ejemplo, se equilibra con igual cantidad de frío para llevarlo a ser soportable o desagradable. La inteligencia es fría. La emoción es cálida. Una gran capacidad emotiva es una cualidad magnífica y muy deseable, siempre que esté equilibrada con igual capacidad intelectual. Esto es lo que produce los grandes artistas. Pero el artista tiene su arte en que volcar toda su potencia emotiva. En cambio la persona exageradamente emotiva y con poco desarrollo intelectual vuelca toda su pasión en los seres humanos que la rodean, pretende atarlos y que cumplan su antojo.
El remedio para la excesiva emotividad es pensar y reflexionar mucho, sobre todo ponerse a meditar. Durante un rato y diariamente, en la inteligencia. Comenzando por preguntarse ¿qué cosa es la inteligencia?
Continuando por pensar en que todo contiene inteligencia en el universo, las plantas, los animales, etc. y terminando por afirmar “Yo soy inteligente, con la inteligencia de Dios mismo, ya que soy creado de la esencia misma del Creador; por la inteligencia, con la inteligencia y de la inteligencia de Dios”. A los pocos días de repetir este tratamiento se notará ya un cambio en la elasticidad y la penetración mental; y con sólo una semana del ejercicio se aprecia la transformación en la forma de amar a los demás, una serenidad y una generosidad peculiar que uno nunca se hubiera creído capaz de expresar. Al mismo tiempo se nota un cambio total en los demás hacia uno mismo. Esto se debe a que somos “individuos” o sea, indivisibles; y lo que afecta a uno afecta a todos. 
EL ESCALÓN QUE SUBAS TÚ AYUDA A TODA LA RAZA.
Ahora pasaremos a tratar sobre el enemigo Número Uno de toda la humanidad: El resentimiento y el rencor, por no decir el odio. Casi no hay seres humanos que estén exentos de resentimientos, sin saber que esto
amarga la vida entera, influencia en mal toda manifestación y es causa de todas las decepciones que sufrimos, aún cuando se aprende a “negar y afirmar”, a “conocer la Verdad”, a vigilar y corregir los pensamientos y las palabras. Un solo resentimiento, un rencor grabado en el subconsciente y en el alma actúan como una fuentecita de hiel emanando su gota de amargura, tiñéndolo todo y contrariando sorpresivamente nuestros mayores anhelos. Nada, ni la demostración más perfecta, puede perdurar mientras exista aquel foco infeccioso malogrando nuestro propio ser! La Biblia, las iglesias, las religiones se cansan de abogar por el perdón y el amor hacia los enemigos; y todo es en vano mientras no enseñen la forma práctica de imponernos el perdón hacia los que nos hieren. 
MUCHO SE ESCUCHA DECIR “YO PERDONO PERO NO PUEDO OLVIDAR”. MENTIRA. MIENTRAS UNO RECUERDE UN DAÑO, NO LO HA PERDONADO.
Vamos a dar la fórmula infalible para perdonar y olvidar al mismo tiempo, para nuestra propia conveniencia ya que esto nos establece en el punto central del equilibrio, el de la tolerancia y la buena voluntad y siendo este esfuerzo AMOR. San Juan, el Apóstol del amor dice: “El amor es el cumplimiento de la ley”. Cumplir con la ley del amor es cumplir con todas las leyes. Es estar con Dios, en Dios, es ser dichosos, satisfechos y completos en todas nuestras manifestaciones. Mi maestro decía: El hombre que ama bien es el hombre más poderoso del mundo. Y aquí la receta para bien amar:
CADA VEZ QUE SIENTAS ALGO DESAGRADABLE HACIA OTRO; O BIEN QUE TE ENCUENTRES RESINTIENDO ALGO QUE TE HAYAN HECHO; O QUE TE RECONOZCAS UN FRANCO RENCOR O UN DESEO DE VENGANZA, PONTE DELIBERADAMENTE A RECORDAR (NO ES TRATAR DE OLVIDAR LO DE AHORA), ES A RECORDAR TODO LO BUENO QUE CONOCES DE AQUELLA PERSONA. TRATA DE REVIVIR LOS RATOS AGRADABLES QUE GOZASTE EN SU COMPAÑÍA, EN TIEMPOS PASADOS,
ANTERIORMENTE AL MOMENTO EN QUE TE HIRIÓ. 
Insiste en rememorar lo bueno, sus buenas cualidades, la forma en que pensabas de él. Si logras reírte de algún chiste que él dijo o de algo cómico que gozaron juntos, el milagro se ha hecho. Si no basta con un solo tratamiento, repítelo tantas veces como sea necesario para borrar el rencor o resentimiento. Te conviene hacerlo, “hasta setenta veces siete”.
Esto es el cumplimiento de la ley dada por Jesús: “NO RESISTÁIS AL MAL”. Esto es volver la otra mejilla. Es amar a los enemigos, bendecir a los que nos maldicen, hacer bien a los que nos aborrecen y orar por los que nos ultrajan y persiguen, todo sin exponernos a que nos pisoteen. Si lo haces con sinceridad te vas a dar cuenta de algo muy extraño, y es que te sentirás liberado, primeramente, y luego, que una montaña de pequeños inconvenientes que te ocurrían y que no sabías a qué atribuir desaparecen como por encanto, y tu vida marcha sobre rieles. Además de que te verás amado por todo el mundo, aún por aquellas personas que antes no te quisieron bien.

lunes, 2 de diciembre de 2013

CAPITULO 5 ¿LA FE MUEVE MONTAÑAS? ¿POR QUÉ, Y CÓMO? METAFÍSICA 4 EN 1

Todo el mundo conoce el dicho y lo repite a menudo. Lo repite como loro, pues no sabe en realidad lo que significa, ni por qué ni cómo es eso, que la fe mueve montañas.
Pocos saben que el temor también mueve montañas. El temor y la fe son una misma fuerza. El temor es negativo y la fe es positiva. El temor es fe en el mal. O sea, la convicción de que va a ocurrir lo malo. La fe es la convicción de que lo que va a ocurrir es bueno, o que va a terminar bien. El temor y la fe son las dos caras de una misma medalla.
Fíjate bien. Tú jamás temes que te vaya a suceder algo bueno. Ni tampoco dices jamás “tienes fe en que te va a ocurrir lo malo”. La fe siempre se asocia a algo que deseamos; y no creo que tú deseas el mal para tí! A éste le temes; ¿no es así?
TODO LO QUE TÚ TEMES LO ATRAES Y TE OCURRE. Ahora que, cuando te ocurre, generalmente dices con aire triunfante: “¡Ajá, yo lo sabía! Lo presentí”, y sales corriendo a contarlo y repetirlo como para lucir tus dotes de clarovidente. Y lo que en realidad ha sucedido es que lo pensaste con temor. ¿Lo presentiste? Claro. Lo presentiste. Tú mismo lo estás diciendo. Ya tú sabes que todo lo que se piensa sintiendo al mismo tiempo una emoción, es lo que se manifiesta o se atrae. Tú lo anticipaste y lo esperaste. Anticipar y esperar es fe.
Ahora fíjate que todo lo que tú esperas con fe te viene, te sucede. Entonces, si sabes que esto es así, ¿qué te impide usar la fe para todo lo que tú desees?, ¿amor, dinero, salud, etc.? Es una ley natural. Es una ordenanza divina. El Cristo lo enseñó con las siguientes palabras, que tú conoces: “TODO LO QUE PIDIÉREIS EN ORACIÓN, CREYENDO, LO RECIBIRÉIS”. No lo he inventado yo. Está en el capítulo Nº21, versículo 22 de San Mateo. Y San Marcos lo expresa más claro aún: “TODO LO QUE PIDIÉREIS ORANDO, CREED QUE LO RECIBIRÉIS Y OS VENDRÁ”. San Pablo lo dice en palabras que no tienen otra interpretación: “la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que se ve”. Más arriba te dije que la fe es la convicción del bien.
Ahora te diré que la convicción viene por el conocimiento. Supongamos que tú vives en la provincia y que jamás has ido a la capital. Quieres ir a la capital, y tomas el tren, el auto o el avión. Sabes dónde queda la capital y cómo dirigirte a ella. Un día te diriges hacia la capital y utilizas la forma de conducción que mejor te convenga, pero por el camino no vas temiendo desviarte hacia la luna ¿No? Si fueras un indio salvaje podrías estar temblando de pavor por desconocer totalmente lo que está pasando. Pero siendo una persona civilizada, vas tranquilo, sabiendo que a tal o cual hora llegarás a la capital. ¿Qué es o que te da esta fe? 
El conocimiento.
La ignorancia de los Principios de la Creación es lo que hace que el mundo tema el mal, no sepa emplear la fe, ni siquiera lo que ella es.
La fe es convicción, seguridad; pero éstas tienen que estar basadas en el conocimiento de algo. Conoces que existe la capital y vas hacia ella. Por eso sabes que no irás a parar a la luna.
Ahora sabes que cuando deseas algo, si temes no obtenerlo, no lo obtendrás. Si lo niegas antes de recibirlo, como en el ejemplo dado ya de la oración que dirige a Dios la generalidad de los humanos: “Dios mío concédeme tal cosa, aunque sé que no me lo darás porque vas a pensar que no me conviene”; no lo obtendrás porque de antemano lo negaste. Has confesado que no lo esperas!
Déjame darte la fórmula metafísica para obtener cualquier cosa que uno desee. Es una fórmula. Hay que emplearla para todo. Compruébala por tí mismo. No me lo creas ciegamente.
“YO DESEO TAL COSA. EN ARMONÍA PARA TODO EL MUNDO Y DE ACUERDO CON LA VOLUNTAD DIVINA. BAJO LA GRACIA Y DE MANERA PERFECTA. GRACIAS PADRE QUE YA ME OÍSTE”.
Ahora no dudes por un solo instante. Has empleado la fórmula mágica. Has cumplido con toda la ley y no tardarás en ver tu deseo manifestado. Ten paciencia. Mientras más tranquilo esperes, más pronto verás el resultado. La impaciencia, la tensión y el ponerse a empujar mentalmente destruyen el tratamiento (la fórmula es lo que en metafísica se llama “un tratamiento”).
Para que conozcas lo que has hecho al repetir la fórmula, te voy a explicar el proceso detalladamente. Al tú decir “en armonía para todo el mundo” has eliminado todo peligro de que tu conveniencia perjudique a otro, como tampoco se te hace posible desear un mal para otro. Al decir “de acuerdo con la voluntad divina”; si lo que tú deseas es menos que perfecto para tí, verás suceder algo mucho mejor de lo que tú esperabas. En este caso significa que lo que estabas deseando no lo ibas a encontrar suficiente, o no te iba a resultar tan bueno como tú pensabas. La voluntad de Dios es perfecta. Al tú decir “bajo la Gracia y de manera perfecta”, encierra un secreto maravilloso. Pero déjame darte un ejemplo de lo que ocurre cuando no se sabe pedir bajo la Gracia y perfección. Una señora necesitaba urgentemente una suma de dinero, y la pidió asimismo: para el día 15 del mes. Tenía absoluta fe de que la recibiría, pero su egoísmo e indiferencia no le inspiró pedirla con alguna consideración para nadie más. Al día siguiente un automóvil estropeó a su hija, y el día 15 del mes recibió la suma exacta que ella había pedido. Se la pagó la Compañía de Seguros por el accidente de su hija. Ella trabajó contra la ley y contra ella misma.
Pedir “bajo la Gracia y de manera perfecta” es trabajar con la ley espiritual. La Ley de Dios que se manifiesta siempre en el plano espiritual. Allí (en el plano espiritual) todo es perfecto, sin obstáculos, sin inconvenientes, sin tropiezos ni daños para alguno, sin luchas ni esfuerzos, “suavecito, suavecito”, todo con gran amor, y esa es nuestra Verdad. Esa es la Verdad que al ser conocida nos hace libres.
“Gracias Padre que ya me oíste” es la expresión más alta de fe que podamos abrigar. Jesús la enseñó y la aplicaba en todo, desde antes de partir el pan con que alimentó a cinco mil, hasta para decir cómo transformar el vino en su sangre. Dando gracias al Padre antes de ver la manifestación.
Como irás viendo, todo lo que enseñó Jesús fue metafísico.
Todo lo que tú desees, todo lo que vayas necesitando lo puedes manifestar. El Padre todo lo ha previsto ya, todo lo ha dado ya, pero hay que irlo pidiendo a medida que se sienta la necesidad. Sólo tienes que recordar que no puedes pedir mal para otro porque se te devuelve a ti, y todo lo que pidas para tí debes pedirlo también para toda la humanidad porque todos somos hijos del mismo Padre.
Por ejemplo, pide grande. El Padre es muy rico y no le gusta la mezquindad. No digas “Ay, Papá Dios, dame una casita. Sólo te pido una casita, aunque no sea sino chiquitita”, cuando la realidad es que tú necesitas una casa muy grande porque tu familia es numerosa! No recibirás sino lo que pides. Pide así:
“PADRE, DAME A MÍ Y A TODA LA HUMANIDAD, TODAS LAS MARAVILLAS DE TU REINO” y ahora haz tu lista.
Para ir fortificando la fe, haz una lista de cosas que deseas o que necesitas. Enumera los objetos o las cosas.
Al lado de esta lista haz otra enumerando cosas que deseas ver desaparecer, o bien en ti mismo o en lo exterior.
En el mismo papel escribe la fórmula que ya te dí más arriba. Ahora, lee tu papel todas las noches. No debes sentir la menor duda. Da las gracias de nuevo cuantas veces pienses en lo que has escrito. A medida que veas que se te van realizando las cosas enumeradas, ve tachándolas. Y al final, cuando las veas realizadas todas, no vayas a ser tan mal agradecido de pensar: “Tal vez se me iban a dar de todas maneras”, porque es mentira. Se te dieron porque las pediste correctamente. Lo exterior se acomodó para dejártelas pasar.
Como ya estás muy habituado a sentir temor por una variedad de razones, cada vez que te encuentres atacado por un temor, repite la fórmula siguiente, que te irá borrando el reflejo que tienes grabado en el subconsciente:
“YO NO TENGO MIEDO. NO QUIERO EL TEMOR. DIOS ES AMOR Y EN TODA LA CREACIÓN NO HAY NADA A QUÉ TEMER. YO TENGO FE. QUIERO SENTIR FE”.
Un gran Maestro decía “lo único que se debe temer es al temor”. La fórmula la debes repetir aún cuando estés temblando de terror. En ese momento, con mayor razón. Solamente el deseo de no temer y el deseo de tener fe bastan para cancelar todos los efectos del temor, y para situarnos en el polo positivo de la fe.
Supongo que ya tú conoces el principio psicológico que dice, que CUANDO SE BORRA UNA COSTUMBRE HAY QUE SUSTITUIRLA POR OTRA.
Cada vez que se niega o se rechaza una idea cristalizada en el subconsciente, se borra ésta un poquito. El pequeño vacío que así se hace, hay que llenarlo inmediatamente con una idea contraria. Si no, el vacío atraerá ideas de la misma clase y que siempre están suspendidas en la atmósfera, pensadas por otros. Poco a poco irás viendo que tus temores desaparecen, si es que tienes la voluntad de ser constante, repitiendo la fórmula en todas las circunstancias que se vayan presentando.
Poco a poco irás viendo que únicamente te sucederán las cosas como tú las deseas. “POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS”, dijo Jesús.
Este gran instrumento – “el poder del decreto” – se presenta a nuestra atención en aquella extraordinaria historia de la creación que encontramos en los dos primeros capítulos del Génesis en la Biblia. Yo sugiero que tomes tiempo ahora para leer este maravilloso relato. Mientras lees te darás cuenta que el hombre (esto quiere decir tú y yo) no fue creado para ser la pieza de juego de las circunstancias, la víctima de las condiciones o un títere movido de un lado para otro por poderes fuera de su dominio. En lugar de esto encontramos que el hombre ocupa el pináculo de la Creación; que, lejos de ser lo más insignificante del Universo es, por la misma naturaleza de los poderes que le ha dado su Creador, la suprema autoridad designada por Dios para regir la Tierra y toda cosa creada. El hombre está dotado de los poderes mismos del Creador porque es “hecho a Su imagen y según Su semejanza”. El hombre es el instrumento por medio del cual la sabiduría, el amor, la vida y el poder del Creador Espíritu, se expresa en plenitud.
Dios situó al hombre en un Universo respondedor y obediente (incluyendo su cuerpo, sus asuntos, su ambiente) que no tiene otra alternativa que llevar a efecto los edictos o decretos de su suprema autoridad.
El poder de decretar es absoluto en el hombre; el dominio que Dios le dio, irrevocable; y aunque la naturaleza básica del Universo es buena en la evaluación del Creador, puede aparecer ante el hombre solamente como él decrete que aparezca. Vemos que mientras el hombre fue obediente a su Creador, mantuvo su poder de pensar y hacer decretos a tono con el Espíritu del Bien que es la estructura de la Creación, vivió en un universo de bien, un “Jardín del Edén”. Pero cuando el hombre “cayó” al comer del árbol del conocimiento y usar sus poderes en el bien y en el mal – lo que como agente libre podía hacer – inmediatamente encontró sudor y cardos mezclados con su pan de cada día. Desde la “caída” el hombre se ha atareado declarando su mundo bueno o malo y sus experiencias han sido de acuerdo con sus decretos. Esto demuestra evidentemente cómo responde el Universo y cuán completos y de largo alcance son el dominio y la autoridad del hombre.