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SISTEMA DE REIKI USUI, CRISTALOTERAPIA, AROMATERAPIA, ARMONIA BIOENERGÉTICA, FLORES DE BACH, MASAJE METAMORFICO, MASAJE AYURVÉDICO, MOXIBUSTIÓN Y TERAPIA CRANEO-SACRAL.

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jueves, 18 de octubre de 2012

ENERGÍA DEL CUARTO CHACRA


Este centro energético ubicado en medio del pecho y en la parte central del cuerpo, es el puente entre el cuerpo y el espíritu, determinando la salud y la fuerza. Nos impulsa al desarrollo afectivo y así poder manifestar amor y compasión.
La energía más potente que tenemos "El Amor".

ÓRGANOS Y TEJIDOS QUE CONECTA A NIVEL FÍSICO:
Corazón y Sistema Circulatorio
Pulmones
Hombros y Brazos
Mamas
Caja Torácica
Diafragma
Glándula Timo

CONEXIÓN ENERGÉTICA MENTAL Y EMOCIONAL
Amor y Odio
Perdón y Compasión
Resentimiento y Amargura
Aflicción y Soledad
Confianza y Esperanza
Egocentrismo

DISFUNCIONES FÍSICAS:
Problemas cardíacos.
Cáncer de pulmón.
Asma y Alergias.
Neumonía.
Problemas en la parte superior de la espalda.

Las energías de este chacra se centran en los sentimientos de nuestro mundo interior, nuestra reacción emocional a nuestros pensamientos, ideas, actitudes y a la atención que prestamos a nuestras necesidades emocionales.
Este chacra representa la capacidad de ponernos en manos de Dios y con esta energía aceptamos nuestros  problemas emocionales como una prolongación del plan divino, cuya intención es nuestra evolución consciente.
Liberar el dolor emocional nos conduce a un estado de serenidad, pero debemos usar la energía curativa del perdón, para poder sentir la paz interior.
Las fuerzas principales de este centro son: amor, perdón, compasión, dedicación, inspiración, confianza, esperanza y capacidad para sanarse uno y sanar a los demás.
Es el centro de poder del sistema energético humano, ya que el amor es poder divino.
El amor en su forma más pura, el amor incondicional es la sustancia de lo divino, con su infinita capacidad para perdonar.
Nuestros corazones están diseñados para expresar belleza, compasión, perdón y amor. Actuar de otra manera, va en contra de nuestra naturaleza espiritual.
El amor es el combustible de nuestro cuerpo físico y espiritual.
Cada uno de los desafíos de la vida es un enseñanza sobre algún aspecto del amor. La forma en que reaccionamos  ante ellos, queda registrada en nuestros tejidos celulares.
Amarse a sí mismo, como desafío del cuarto chakra, significa tener valor para escuchar los mensajes de las emociones y las directrices espirituales del corazón. El arquetipo al que con más frecuencia nos guía el corazón para sanar es el del «niño herido».

El «niño herido» que hay dentro de cada uno de nosotros contiene estructuras emocionales lesionadas o atrofiadas de nuestra infancia y juventud, en forma de recuerdos dolorosos, actitudes negativas e imágenes personales disfuncionales. Sin darnos cuenta, podríamos continuar actuando dentro de estas estructuras cuando somos adultos, aunque con otras modalidades.
Por ejemplo, el miedo al abandono se convierte en celos, y el abuso sexual en sexualidad disfuncional, lo que suele ser causa de una repetición de las mismas violaciones con nuestros propios hijos. La imagen negativa que tiene un niño de sí mismo puede convertirse después en causa de disfunciones, como la anorexia, la obesidad, el alcoholismo y otras adicciones, o en temor obsesivo al fracaso. Estas modalidades pueden dañar las relaciones afectivas, la vida personal y profesional, y la salud. 
El amor a sí mismo comienza por enfrentarse a esta fuerza arquetípica del interior de la psique y liberarnos de la autoridad del niño herido. Si no se curan, las heridas nos mantienen anclados en el pasado.
Amarnos a nosotros mismos significa querernos lo suficiente para perdonar a las personas de nuestro pasado, a fin de que las heridas ya no puedan hacernos daño, porque nuestras heridas no hacen daño a quien nos hirió, sino a nosotros.
Sanar es posible mediante actos de perdón. En la vida y las enseñanzas de Jesús, el perdón es un acto de perfección espiritual, pero también un acto físicamente curativo. El perdón no es una mera opción, sino una necesidad para la curación. Jesús siempre sanaba primero los sufrimientos emocionales de sus pacientes; la curación física venía naturalmente después.
El perdón es un acto espiritual esencial que ha de producirse para que la persona se abra totalmente al poder sanador del amor.





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