Todos nacemos con confianza en nosotros mismos y estamos destinados a prosperar con el poder de la fé, pero muchos no dejamos que alcance un nivel de consciencia para poder expresar nuestra confianza en todo y sobre todo en nosotros. Quizás porque nos falta la fuerza y poder necesarios para realizar las cosas, debido a nuestros miedos inconscientes, traumas o frustraciones. Pero no debemos dejar que estas sensaciones y limitaciones dominen nuestro sentido común e iniciativa.
Debemos tener claro que para obtener cualquier objetivo lo primero es tener fé en uno mismo, en la meta y en lo que nos rodea y ser conscientes de que nuestros enemigos son el miedo, las preocupaciones y la falta de confianza y no dejarlos que moren dentro de nosotros.
A veces se aplazan las decisiones y un día abre los ojos y descubres que has desperdiciado los días de tu vida, que has dado las espalda a las oportunidades ó que no has conocido la felicidad.
El tiempo de actuar es siempre el presente, mañana podría ser demasiado tarde.
Seamos conscientes del poder que que hay dentro de nosotros, de nuestras capacidades y posibilidades de conseguir todo lo que no propongamos. Confiemos en ello y llevemos-lo a la práctica, trabajando con propósito y amor.
Un buen apoyo para para expandir nuestra confianza y fé es rodearse de personas que tengan confianza en si mismas, que saben y viven en la verdad de que el mundo confía en aquellos que confían en sí mismos, porque conocen la verdad de quienes son y brillan con luz propia.
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