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lunes, 10 de marzo de 2014
CAPÍTULO 12 NO FORNICARÁS "CONNY MENDEZ"
En principio, esa palabra no fue la que empleó ni escribió Moisés. Lo que él dijo fue “No cometerás adulterio”, y ese fue el primer adulterio que se cometió al transcribir los diez mandamientos, el de adulterar arbitrariamente la
verdad.
Siendo Moisés un adelantado, un sabio, un experto en el conocimiento de los Principios herméticos, era totalmente imposible que él instruyera (y dejara escrita la instrucción) de tratar de burlar el Principio de Generación. La palabra constituye una ofensa, un insulto a la inteligencia humana, en ese sitio en donde la colocaron los escribas, por orden de autoridades eclesiásticas ignorantes.
La misma sustitución fue hecha burdamente en las escrituras del apóstol y evangelista Mateo, capítulo 19, versículos 4 al 12. Pero esto lo trataremos más adelante. A todo conocedor de los Principios, las sustituciones bíblicas le saltan a la vista.
Como todos los Principios, el de Generación funciona de manera automática en todos los planos, y en cada plano actúa en la forma apropiada al plano. En el reino atómico un átomo se junta con otro para dar nacimiento a
un elemento, por ley de atracción, cohesión y adhesión, y estas tres son condiciones naturales del Principio de Generación, o sea, que forman parte integral del Principio. No hubiera sido creado nada; no se produciría nada;
no nacería nada; no evolucionaría nada si se pudiera destruir el principio electrónico del magnetismo, o sea la atracción entre el positivo y el negativo. La adhesión y cohesión ocurren después de la atracción. La adhesión es
la autodeterminación del átomo; en otras palabras, el libre albedrío que contiene TODO átomo de aceptar a rechazar el unirse a otro átomo que sea o no su tipo. La cohesión es la facultad de pegarse el uno con el otro en un grado tal de fuerza, que no necesito recordarles lo que ocurre cuando se logra separar las partículas de un átomo (¡La Bomba Atómica!)
Supongo que habrás visto en lo que acabas de leer, la similitud a lo que ocurre entre nosotros los humanos.
Esa similitud te ilustra a perfección el principio de Correspondencia “Como es arriba es abajo; como es abajo es arriba”. Es decir, que “estudiando la mónada se llega al ángel” como lo expresa el Kybalion.
Bien. Los Principios actúan automáticamente, por encima de todo y a pesar de todo lo que podamos nosotros hacer en contra. Si los átomos fueran ya seres humanos; o si ellos hablaran en palabras nuestras, llamarían a ese proceso de atracción, adhesión y cohesión “fornicar” ¿no es así? Igual cosa sería en los reinos botánico y zoológico, donde una abeja transfiere el polen de una flor a otra y de esa unión nace una nueva especie ¿no?
Ahora díganse si está en los designios de Dios Creador impedir o prohibir esos procesos!
Es sabido que al oponer una resistencia a un Principio, se multiplica la fuerza que lo impele, y busca la salida por otros conductos, o sea, que lo único que se logra es obligarlo a desviarse; no se logra atajarlo.
En el reino animal, el Principio de Generación es llamado “sexo”. Todo el tiempo que los humanos continúen reproduciéndose por el proceso llamado sexual, están comprobando que una parte de su sistema no ha salido aún del reino animal. Y una vez que sus células evolucionan al reino inmediatamente superior, donde el Principio de Generación se manifiesta en una forma diferente, el hombre y la mujer no pueden actuar como los animales.
Ya no están en ese reino y no los domina la influencia inferior. No sienten deseos sexuales, ni de comer carne. Es otro orden de cosas.
En este punto los discípulos siempre preguntan: “¿Y si todos evolucionamos, entonces se acaba la raza humana?”. No, ¿por qué?¿Siempre nos vienen por detrás millares de millares de seres que tienen que pasar por el reino animal? Te gradúas tú, se gradúa tu generación, se van graduando paulatinamente todos los seres humanos; pero si siguen llegando otros, eternamente. Jesús dijo: “LOS POBRES LOS TENDRÉIS SIEMPRE CON VOSOTROS”. Se refería no solamente a los económicamente pobres sino también a los pobres en
conocimientos, los pobres en experiencias, los pobres en evolución.
También dice el Apocalipsis que el Señor anunció para esta Era que “no nacerían más niños”. Eso lo anunció para el sector humano de su época, que es el mismo que evoluciona hoy. Ya se acerca ese momento. Lo sabemos por lo siguiente y por muchas otras señales: La hora más oscura es antes del amanecer. El moribundo se mejora justo antes de morir. El enfermo se empeora justo antes de curar. La población de la Tierra aumenta en todas partes de una manera extraordinaria. Pronto comenzará a declinar.
Una de las respuestas de Jesús a sus discípulos, tocante al momento de terminarse el mundo antiguo y la entrada del mundo nuevo fue: “Cuando caiga el manto de la vergüenza”. Esto significa, cuando sea conocida universalmente la verdad. La verdad de los Principios que estamos aprendiendo, y muy especialmente la verdad que trataron de adulterar con ese título falso de “no fornicarás”; pues atrayendo la atención humana y enfocándola, oponiendo al mismo tiempo una prohibición o una resistencia, precisamente defraudaron su propósito, como expusimos más arriba. El impulso del Principio de Generación se multiplicó, y buscando su salida se desvió. Así podemos ver los efectos terribles. Es el mandamiento que ha sido más quebrantado; que ha
ocasionado mayor número de abusos de distorsiones mentales y de aberraciones sexuales, de males físicos, de deshonras, vergüenzas y castigos. Todo por la sustitución arbitraria de una palabra.
Todos ustedes han visto esos arbolitos japoneses enanos, retorcidos y distorsionados a un grado increíble. Los vemos como una curiosidad y como tal los admiramos, pero esto no quita que son un atentado contra la
naturaleza. Como lo es un ave enjaulada y un animal amarrado. También sabemos todos que lo prohibido adquiere un atractivo fuera de toda proporción. Eso es lo que ocurrió con todos los intentos de frenar al Principio
de Generación, tales como la de darle a la manzana de Adán una interpretación sexual, la de adulterar y añadir a los textos inspirados; todo por ignorancia por el empeño de ejercer dominio o poder sobre los demás.
El significado metafísico del mandamiento “No cometerás adulterio” es precisamente “No malinterpretes las leyes porque no lo lograrás”, o sea, que el efecto será el contrario de lo que tú deseas y la ley misma se encargará de dar el mentis a lo que has dicho.
Para el Maestro Jesús, el dogmatismo fanático era aún más repugnante y más digno de castigo que el libertinaje sexual y así lo expresó cuando dijo: “Ay de ti Corazin, ay de ti Bethsaída, os digo que a Tiro y a Sidón les será más tolerable el castigo que a vosotras”. Corazin y Bethsaída eran pueblos bíblicos. Cada nombre de pueblo o ciudad en la Biblia es un símbolo. Estos dos nombres simbolizan el dogmatismo y el fanatismo. Tiro y Sidón simbolizan desviacinoes sexuales. De manera que él dijo textualmente que a los pecados sexuales les sería más tolerable el castigo que al dogmatismo y fanatismo los suyos. En otras palabras, que serían más duramente castigados los fanáticos religiosos que las rameras.
Volviendo a la referencia que hice al comienzo de este capítulo, San Mateo capítulo 19, ver 4 al 12, voy a copiarlo completo:
Entonces vinieron a él fariseos tentándole y diciéndole: “¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?”. Él respondiendo les dijo: “No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo. Por
esto el hombre dejará padre y madre y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne? Así que ya no son más dos, sino una sola carne, por lo tanto lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”. Le dijeron: “¿Por qué, pues mandó Moisés dar carta de divorcio y repudiarla?”. Él les dijo: “Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así. Y os digo que cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera”.
Los escribas eclesiásticos insertaron la cláusula “salvo por causa de fornicación” por su propia cuenta y riesgo. Tenían que meter de cualquier modo la palabrita y les resultó sin sentido, andando el tiempo y a la luz de las enseñanzas superiores.
Le dijeron sus discípulos: “Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse”. Entonces, Él les dijo: “NO TODOS SON CAPACES DE RECIBIR ESTO SINO AQUELLOS A QUIENES ES DADO. Pues hay eunucos
que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hacen eunucos por causa del reino de los cielos. EL QUE SEA CAPAZ DE RECIBIR ESTO QUE LO RECIBA.
Si ustedes son capaces de recibirlo, habrán visto expuesto el Principio de Generación hasta el momento de mencionar a Moisés. La explicación original fue, sin duda alguna, más larga y detallada, ya que los discípulos comprendieron y dieron el comentario: “Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse”, o lo que es lo mismo “no hay para qué casarse si desde el principio fueron hechos unos”, o sea, que cuando el polo positivo y el negativo se juntan, no hay quien los separe.
Cada célula que sale del seno de Dios es mitad positiva y mitad negativa, o sea, que en el lenguaje de los humanos, y en el plano humano, la célula primitiva, o el átomo original, es femenino y masculino. Al poco tiempo de estar evolucionando, se separan los dos sexos y continúan evolucionando cada uno por su lado hasta el encuentro definitivo, al final de los catorce mil años que se necesitan para adquirir la conciencia espiritual.
Estos dos sexos son entidades separadas, independientes, destinadas a formar “pareja” algún día. Sin embargo, los hay que no desean separarse. Estos son los que Jesús llamó “eunucos por causa del reino de los cielos”.
Es altamente confortante para todo aquel o aquella que se encuentra solitario en el camino de la vida; o que se considera infeliz y mal casado, saber que en algún plano, encarnado o desencarnado, no importa, pero existe “Él” o “Ella”, la otra mitad perfecta de cada uno, esperando unirse a su alma gemela, y que tenemos todo el derecho que nos asiste de reclamar esa unión. Si nuestra alma gemela está desencarnada nos uniremos en el otro plano. Si está encarnada, nada ni nadie más puede mantenernos separados. La ley arregla todo
armoniosamente para todo el mundo si así lo pedimos “DE ACUERDO CON LA VOLUNTAD DIVINA, BAJO LA GRACIA Y DE MANERA PERFECTA”. Y esa otra mitad nuestra es exactamente lo que buscamos y deseamos.
Lo que nos conviene por perfecta afinidad. Muchas veces, en vidas pasadas nos hemos encontrado, nos hemos unido, y es ese recuerdo el que nos hace vivir buscándola.
Las doctrinas fabricadas erróneamente por los humanos han intercalado una ley que dice “lo que Dios ha unido, que ningún hombre separe”. Es exacto, pero la interpretación está errada. Se cree que esto se refiere al matrimonio efectuado en una iglesia con palabras pronunciadas por el religioso autorizado. No es así. Ya hemos visto que se refiere a la unión original de la pareja primitiva, simbolizadas por Adán y Eva. Y no es una amenaza contra el divorcio que es simplemente una solución humana, sino que es un consuelo ofrecido por la infinita ternura de Dios nuestro Padre, como para confortarnos diciéndonos “no temas hijito mío, tienes tu amor de siempre y para siempre”.
Jesús vivía consciente en un plano superior. A Él le costaba bajar y hablar en el plano humano. Por eso enseñó a través de tantas parábolas ya que el sentido de éstas no varía; es el mismo en todos los planos. El sentido de una parábola no está jamás sujeto a las palabras que estén de moda o en uso.
La referencia a los eunucos es casi una parábola. Se puede tomar en el sentido humano si así se desea. En el sentido científico se refiere a los neutrones, que no tienen carga positiva o negativa. Metafísicamente, los que se hacen eunucos por el reino de los cielos son los humanos que (como ustedes todos) anhelan elevarse, aprender, y estudiar lo relativo a los planos superiores. Pero como dijo el Maestro, “El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba”.
Observen ustedes que los grandes Maestros evitan pormenorizar cuando se habla de ese mandamiento.
Hacen tal como hizo Jesús, dicen algo críptico, y que lo comprenda el que sea capaz de comprenderlo. ¿Por qué? Porque la mente de esta Quinta Raza Raíz que somos nosotros, está evolucionando entre dos planos.
Tiene gran parte animal aún, y el animal ni raciocina ni sabe controlarse. Si le dan la luz verde se desborda. Si le ponen la roja se fulmina él mismo. Es un punto de equilibrio muy difícil de mantener. Demos gracias al Padre que
ya nosotros estamos con un pie levantado para subir al próximo escalón, y acordémonos del episodio de Jesús, cuando vinieron a presentarle a una mujer que fue sorprendida en flagrante adulterio, y que, de acuerdo con las
leyes de Israel debería ser apedreada hasta matarla. El Maestro no respondió una sílaba. Se puso a jugar con un dedo en la tierrita a sus pies. Los hombres que la habían traído se fueron yendo uno tras otro y cuando se encontraron solos, le dijo Jesús: “Mujer, ¿A dónde se han ido tus acusadores?”. Ella contestó: “No lo sé, Señor”. “Tampoco yo te acuso. Vete en paz”, fue la contestación del Maestro.
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