La vida en todas sus actividades, donde quiera que ella se manifieste es Dios en acción.
Su expresión natural es de Amor , Paz, Armonía, Belleza y Abundancia.
Esta manifestación perfecta de la vida fluye cuando no se interrumpe el paso por medio de los pensamientos y sentimientos que muchas veces tenemos los humanos, obstruyendo esta corriente de flujo natural y por lo tanto limitamos esta manifestación perfecta.
Podemos observar a través de todo lo que nos rodea como esta actividad expresa su tendencia natural y todo se desarrolla en perfecto equilibrio.
A mi personalmente me gustan los documentales sobre la naturaleza, animales y todo referente a la vida en el planeta y en el universo. Me quedo maravillada del equilibrio perfecto que hay a través de la vida en todos los seres vivos, ya sea el reino animal, vegetal, mineral, etc.. Ellos se desarrollan en armonía y evolucionan, porque no obstruyen esta corriente de flujo natural.
Si miramos el mundo vegetal este crece a través de los elementos que necesita como el aire, agua y energía solar, expresando su perfección.
Nosotros como seres vivos estamos en las mismas condiciones, pero no somos conscientes que esta corriente de vida, la energía divina es nuestra gran verdad y si la reconocieramos sabriamos lo grande y maravillosos que podemos llegar a ser.
Las palabras Yo Soy es la actividad de la vida, la actividad de Dios en acción y cuando se pronuncian con el conocimiento de lo que representan, estamos aceptando nuestra verdadera identidad, nuestra procedencia. Pero desgraciadamente cuantas veces se pronuncian sin sentido, usandolo solo con la razón y con el pensamiento y sentimiento de que estamos separados de la fuente de la vida, de Dios y este es el gran error de la humanidad.
La vida fluye a través de nosotros, deberíamos permitir que su flujo pase libremente sin interrupción y así ella manifestar su perfección.
La vida es un regalo que Dios nos dá para que experimentemos su grandeza.
Seamos cocreadores con ÉL y hagamos que las cosas del cielo se manifiesten en la Tierra, como dice la oración que Jesús nos transmitió "Hágase tu voluntad así en la tierra como se hace en el cielo".
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