Cada familia que se forma, cada pareja que se casa y tiene hijos, se dedica a acumular una fortuna. Esta fortuna la logra, si es que la logra, a costa, no sólo de trabajos y sacrificios, como de esfuerzos por ganarla con todos los trucos modernos de vivez, cobrando de más o afincándose cada vez que puede.
Cada vez que el socio o comprador, o sea, que el pagador del momento es rico, no se tiene en consideración que el pagador tiene un sin fin de obligaciones proporcionadas a sus medios. “Tiene plata y puede pagar”, es la consigna. A su vez el pagador sabe que le van a cobrar de más y trata de sacar todo a mitad de precio, tratando de exprimir al vendedor del momento, dando por sentado que aquél lo quiere aprovechar, sea ésta la verdad o no, no importa, “hay que estar ojo pelao”, es otra consigna. Allí tienen las dos consignas: “Tiene plata y puede
pagar, hay que sacársela” y “Hay que estar ojo pelao, me lo quiere quitar”. Es la conciencia de robo que impera por todas partes. Esta conciencia, como los pensamientos, se transmiten, entran y salen de las mentes y se quedan allí donde encuentren afinidades. Son recibidos por los atrasados, los de poca evolución y los impulsan al robo, al atraco y al crimen. Esa es una de las razones del hamponato vigente.
Esta tensión constante de parte y parte hace que no se pueda pensar en otra cosa. La tensión se vuelca sobre el pobre cuerpo físico que se enferma con úlceras, porque la preocupación y el cálculo perduran a través de las horas de comida; por cáncer, porque el veneno de los disgustos lo absorbe el cuerpo, y los infartos, porque no se emplea para nada el amor del corazón que es el óleo que todo lo suaviza, todo cura. Todo lo contrario, mientras más inteligencia y menos sentimiento, mejor es para el negocio. Podría yo continuar enumerando males causados por estas consignas, pero creo que bastan estos ejemplos.
Estas consignas y esta conciencia se extiende a través de todas las actividades de la vida. No es solamente en el negocio de compra y venta. En un hospital se atiende a un enfermo, se opera a otro, con la vista puesta en su bolsillo. El único amor que se evidencia es el del médico cirujano hacia la labor de sus manos. Pero no es amor puro como sería el que este médico se desvelara por sus enfermos. Por supuesto que siempre hay quien obre con amor, pero la generalidad actúa lo mejor que puede por intereses creados. El cirujano opera lo mejor que
puede por una combinación de interés en el asunto que está operando, e interés en su prestigio y esto no es virtud, entiéndase. Poco le importa que lo tilden de ladrón aprovechador. La cosa es que digan “qué tronco de cirujano, no hay otro igual”, para que esta fama le permita poder cobrar lo que se le antoje sin consideraciones.
El amor por su trabajo está pues empantanado por el lucro, y ¿para qué todo ese lucro?, para comprar quintas, casas quintas, automóviles, viajes, ropa y amueblado que a su vez suban el prestigio; para adquirir peroles, que se hacen obligatorios porque todo el mundo los tiene. Se pagan los más caros colegios y se visten los muchachos con la ropa más lujosa, que se desea adquirir. Este constante pugilato necesita que la mente esté todo el día ocupada en toda esa secuencia material. No se le da un instante de pensamiento a lo espiritual, a las condiciones que van a encontrarse del otro lado ¡como si esto no existiera, ni fuera preciso considerarlo siquiera!
Del otro lado lo que se encuentra es lo siguiente: EL CUERPO FÍSICO ES UNA ESPONJA QUE CHUPA LOS EXCESOS MENTALES , ANÍMICOS Y SENSORIOS. La excesiva emotividad la soportamos porque tenemos un cuerpo que absorbe. Nadie sabe que esta absorción se convierte en daños a los órganos y a la piel los cuales se enferman. Son los achaques constantes de todos los humanos. Después de la muerte no hay cuerpo físico que
chupe, y la emotividad incontrolada, mal educada, se desboca. El ser está más sensibilizado y siente todo profundamente. Oye todo lo que dicen de él los que han quedado aquí. Como éstos no saben que el que murió los está oyendo, hablan y desbarran, exageran y calumnian a su antojo. El que los escucha se desespera porque no puede debatir ni desmentir. Pide a grito volver a encarnar para quitarse la tortura y obtener el olvido que da la reencarnación, la inconsciencia de males pasados. Ese es el infierno que acabo de describir; es el purgatorio si
los males se pueden soportar hasta que hayan salido y se hayan retirado.
Llega el dia de la muerte y lo que interesa es que la viuda y los hijos hayan quedado bien “fondeados” a prueba de miseria o de estrechez. Se considera que a los muchachos se les ha dado una buena educación porque se les enseñó a conducirse en la vida con la misma serie de tácticas. Si es mujer, que se case con un chico de esas mismas condiciones. La forma de descansar la mente y los sentimientos agotados y deprimidos a fuerza del clima negativo en que se circula todo el día y todos los días, es dando o asistiendo a una fiesta para levantar el
ánimo a fuerza de “palos” que llamamos. En vez de liberar Karmas, que a eso se ha venido a la tierra, se acumulan mucho más, los cuales se apelmazan sobre los anteriores ya existentes formando costras endurecidas que se llaman cristalizaciones. Estas para ser disueltas requieren terremotos, inundaciones, cataclismos y esto es lo que están viendo las médium videntes, pues los derrumbes que están ocurriendo en el plano de estas
cristalizaciones se deben, primeramente, a la luz violeta que se está deslizando en algunas mentes y segundo, a que está aumentando el número de personas estudiantes de metafísica y por consiguiente, están negando defectos y afirmando virtudes. Esto esparce vibraciones análogas que actúan por dondequiera ellas hacen contacto con otras iguales.
“Como es arriba es abajo, como es abajo es arriba”. Si aquí son imprescindibles grandes maquinarias para desbaratar rocas y cerros a fuerza de golpes, igual cosa sucede con esas construcciones cristalizadas. Necesitan golpes para desbaratarlas, primero romperlas, segundo triturarlas y tercero limpiar y barrer el polvo. Ahora que en el plano espiritual hay una condición más que no hay en lo terreno. Cada monstruosidad de esas fabricadas
por nosotros, por nuestras mentes y nuestros sentimientos tienen vida, piensan, oyen y hablan. Lo que piensan y dicen siempre es relacionado con el material que se les dio en el momento de su creación. Si fue una creación de furia, de odio y venganza en el momento en que se le libera hacia el aire, en el momento en que se desbarata la corteza que la aprisiona en nuestro subconsciente, ella sale al aire gritando todo lo que la fabricó. Ella no se
quiere ir, ese es su creador y lucha por quedarse con él. Los medium claro-audientes, los oyen y creen que son personas que los están persiguiendo. Oyen en palabras los pensamientos que ellos mismos tuvieron hacia los demás y naturalmente, como todo se devuelve, los oyen clamando contra ellos mismos. Esta, llamémosla persecución, dura un tiempo mientras la víctima aprende a rechazarla, a negar, a afirmar, a meditar, orar, emplear la llama violeta, etc. Pero si no son metafísicos ¿cómo lo aprenden? Al fin se retiran, yendo a parar a otras cavidades humanas para quienes estos estados mentales son necesarios en su evolución. Parece que esto es un contrasentido pero no lo es. A una persona muy tímida le hace falta un reflejo de decisión y pujanza. Se le dice reflejo a la actuación de esos pensamientos ya formados y establecidos en el subconsciente. Ustedes ya saben que cada vez que se ofrece una oportunidad propicia, el subconsciente suple el reflejo necesario. Si
nuestros pensamientos han sido buenos, correctos, felices, se produce un reflejo de bienestar y se manifiesta una situación feliz. Si han sido negativos se produce lo contrario. Ahora por ley de acción y reacción, la excesiva timidez atrae su contrario, la reacción abre el campo para que entre y se aloje la fuerza contraria. En este caso es un beneficio que aquella creación de violencia, que ha soltado alguien que ya no la necesite, se vaya a alojar en la mente del tímido excesivo, porque la combinación produce un término medio. Cada condición actúa sobre
la otra y produce el reflejo que le hacía falta a la persona tímida. Las personas que no son claroaudientes, no oyen a sus creaciones clamando contra ellos, pero en cambio sí sienten un malestar horrible de culpabilidad, de terror, que no saben explicarse y como no saben defenderse de aquello que ellos ni ven ni oyen, sufren mucho.
Les atribuyen toda clase de razones que no son exactas. Se castigan y se culpan, hablan mucho en sus estados depresivos y esto los empeora. Por esto es que se dice que los iniciados sufren mucho. Pero la providencia cuida de ellos y encuentran quienes les enseñan estas cosas, encuentran maestros y a su Cristo. Son iniciados, y ya conocen el camino y la forma de actuar. Yo ahora les estoy enseñando para cuando ustedes se enfrenten a estos estados de conciencia antiguos de ustedes mismos, sepan a qué atenerse y sepan catalogarlos, sobre
todo, que sepan transmutarlos, disolverlos con las luces, las cuales aprenderás en el próximo libro titulado: “El Maravilloso Nº7”.
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